viernes, 18 de diciembre de 2009

Eugenio Xammar

Cuando pienso en el periodismo, profesión a la cual me sentí muy atraído cuando era joven, siempre me viene a la mente el nombre de gente como Ryszard Kapuscinski o Arturo Pérez Reverte, por aquello del tópico del periodista. Pero si hubiera estado en otro tiempo o, mejor, en otro lugar, sería mejor reconocido. El periodista catalán, Eugenio Xammar, o Eugeni Xammar, pues con ambos nombres publicó, dependiendo del ámbito lingüístico al que se dirigiera, fue un periodista español de los convulsos años veinte y treinta del siglo XX (siglo pasado, aunque a mi me cueste en pensar en él como anterior).

De él dijo Salvador de Madariaga que fue el hombre más inteligente que dio España en el siglo XX y Josep Pla, en 1927, manifestó que le había enseñando más que todos los libros juntos y que era el hombre más inteligente que conocía.

Fue catalanista, poliglota, ciudadano del mundo, muy curioso, apasionado y agudo observador, que nos dejo unas reveladoras crónicas de la Alemania posterior a la Primera Guerra mundial y previas al ascenso del nazismo, recogidas en dos libros El huevo de la serpiente y Crónicas desde Berlín, publicados por Acantilado en castellano y por Quardens Crema en catalán.

En el primero narra los artículos que escribió para los periódicos La Veu de Catalunya y La Publicitat, en las cuales da cuenta en tono a veces tajante, a veces socarrón, pero con un brío que sabía mantener en vilo a sus lectores, los convulsos comienzos de la República de Weimar, en donde una Alemania humillada por el Tratado de Versalles se movía inquieta hacia no se sabía muy bien dónde, y en la que la terrible inflación (descrita con el desplome del Marco con respecto al dólar) y la ocupación francesa de la cuenca minera del Rurh (haciendo un excelente seguimiento de la huelga de brazos caídos que hicieron los alemanes en protesta por la misma), iban gestando la simiente que daría origen a nacionalsocialismo.

El propio Xammar y su amigo Josep Pla llegan, en 1923, a entrevistar al mismo Adolf Hitler, el cual les causa una pésima impresión. De dicha entrevista se pueden extraer las bases de su irracional odio a los judíos, en donde dejaba entrever la solución final que luego llevaría a cabo "Si queremos que Alemania viva debemos eliminar a los judíos", a lo que , socarronamente, el periodista le pregunta ¿A garrotazos?. Y Hitler le contesta que si fuera posible, pero que había muchos para aplicar dicho sistema. Añadiendo que los extranjeros no eran bienvenidos en Alemania, pero que ellos como españoles (en aquella época en España estaba la dictadura del General Primo de Rivera, muy del gusto nazi), ellos si que lo eran, aclarando no obstante que Xammar “igual hubiera recibido algún golpe debido a su prominente nariz, pero una vez aclarada su nacionalidad nadie le hubiera molestado”.

En este interludio se caso con Amanda, prusiana de pura cepa y montó en el Romanischen Caffe en la Kurfürstendamm de Charlotenburg, el barrio judío de Berlin, una divertida tertulia con su inefable amigo Josep Pla, a la que asistían rusos antibolcheviques, periodistas italianos o profesores de filosofía españoles. Durante este tiempo escribieron a dúo unas cartas en "La Veu de Catalunya" en las que denunciaban la mediocridad de la prensa catalana, que causaron un terrible escándalo y convulsión y en 1926 viajarían a Rusia, de donde vendrán espantados (Stalin les parecerá no menos siniestro que Hitler).

En 1927 comienza a trabajar en "El Heraldo" de Madrid, aunque hubiera preferido hacerlo para periódicos catalanes.

El segundo libro al que he hecho referencia (Crónicas desde Berlín) narra el trabajo realizado para el diario "Ahora", también de Madrid, crónicas dictadas por teléfono y transcritas a dicho periódico, mientras era al mismo tiempo agregado periodístico de la embajada Española en Alemania.

Asiste como testigo privilegiado y directo del acoso al poder por parte de los nazis, a las reñidas elecciones y el acceso final al gobierno de Alemania por parte de Hitler y sus secuaces, el incendio del Reichtag, la recuperación de la región del Sarre por Alemania, la salida de la misma de la Sociedad de Naciones o el boicot a los judíos, previo al Kristallnacht

Durante todo este tiempo manifestó su preocupación por la recién nacida Segunda República Española, Azaña le inspiraba poca confianza entre otras cosas. Participó como orador en las elecciones de 1936, en las que simpatizaba con Acció Catalana y, como buen pesimista ,llego a olfatear los vientos de alzamiento que condujeron a la Guerra Civil.

Con la Guerra Civil termina su vida periodística, se traslada a Paris al servicio de la República. Más tarde se dedicó a trabajar de traductor en diversos sitios, incluso en las Naciones Unidas. Pero nunca más volvió a ser el mismo.

En el exilio se sintió fuera de lugar y llego a escribir un furibundo artículo publicado con el pseudónimo de Peer Gynt (acaso un seguro homenaje a Henrik Ibsen) criticando la actitud colaboracionista de escritores catalanes que se prestaron a escribir en castellano para el nuevo régimen, atacando incluso a su amigo Pla (lo cual no fue óbice para que su amistad continuara). Para después guardar silencio.

Josep Badia escribió al dictado sus memorias “Seixanta anys d’anar pel mon”, disponibles únicamente en catalán, que fueron publicadas en 1974 (Reeditadas por Quarderns crema en el año 2007).

Murió en l’ Ametlla del Vallés en 1973 a los 85 años de edad.

2 comentarios:

Amelia dijo...

Interesantísimo el personaje que nos presentas. No lo conocía, ni a él ni sus obras, siento reconocerlo. Una tiene muchas carencias, desde luego, y escasos conocimientos en determinadas materias. La de la historia del periodismo español y sus respresentantes, es una de esas múltiples carencias.

Agradezco, sin duda alguna, la información que nos aportas y prometo hacer un seguimiento de la obra de este autor que nos sugieres con el convencimiento que, si viene recomendado por tí, será muy interesante.

No se te escapa nada que tenga que ver con los luctuosos acontecimientos que sumieron a Europa en la peor de todas las Guerras y en la peor de todas las vergüenzas, ese nazismo que, como otros totalitarismos, sólo causaron dolor y muerte.

Tomo nota de tu recomendación

Un beso, querido amigo

AMELIA (PSIQUE)

Anónimo dijo...

Más carencias tengo yo que tú (y no sólo las capilares), te lo podría asegurar ante la tumba del mismísimo Groucho Marx. Xammar es bastante desconocido, victima de la capa de humo que cubrió a los perdedores dela guerra y también de la contumaz ignorancia a la que las autoridades (im)pertinentes se han empeñado siempre en someternos.

Mi conocimiento no tiene ningún mérito, ya sabes que mi única virtud es que leo mucho y por eso de vez en cuando en mi universo bibliográfico aparecen, a menudo, personajes un tanto desconocidos. Y cuanto más leo, más me doy cuenta de mi ignorancia y necedad de parvenu. Será mejor que me dedique a otras cosas y no a esto.

Nunca debí salir de Aras de los (C)Olmos.

Un quesote, digo un besote.