martes, 22 de diciembre de 2009

NIEBLA


NIEBLA


Vagabunda, entre la niebla,

siento en mi pecho un vacío,

en la piel, escalofríos,

y en el alma, las tinieblas.

Siento que ya no se puebla

de trinos mi rama impía,

y se nubla en agonía

la savia que me circunda,

Más si antaño fue fecunda,

hoy sólo es triste utopía.



Fue la niebla, a mi desgracia,

la que oscureció mis ojos,

la que les puso cerrojos

y me atrapó en sus falacias.

Demostré mi ineficacia

cuando, a mi copa altanera,

sometió, cual prisionera,

al designio de su boca

y no supe, ¡suerte loca!,

escapar de tal quimera.

4 comentarios:

José Antonio Fernández dijo...

Un poema muy sentido, de los que te atrapan, con una tristeza enorme, que espero que la autora haya sabido qutarsela de encima al acabar el poema.
Como sabes mi afición por los haikus, te dejo este:


Entre la niebla
una sombra se acerca.
¿Será la tuya?


Un fuerte abrazo.

Amelia dijo...

Bueno, la culpa de la tristeza la tiene la niebla... cuando la niebla levante, supongo que podrá llevarse la tristeza que trajo cuando se cerró sobre mi.

Por fin se alejan,
ambas, niebla y sombra.
Ahora soy yo.

Felices fiestas, José Antonio. Un besazo

campoazul dijo...

Es un poema muy bueno, pero muy triste con el pecho vacío y tiniebla en el alma, no me puedo imaginar nada mas doloroso.
La esperanza está en que la niebla se va con el viento...sólo hay que esperar al día oportuno.

Un saludo.

Amelia dijo...

Efectivamente, campoazul, la esperanza de que la niebla levante no se pierde nunca. Aunque hay nieblas realmente persistentes, uno espera que el sol sea más fuerte que ellas y que, tarde o temprano, pueda lucir pleno.

Un beso, y muchas gracias por pasar y comentar


Psique